martes, 30 de agosto de 2011

Viaje a Creta. Parte I: Creta central y oriental


No pretendo en estas páginas hacer un extenso y exhaustivo relato y una descripción pormenorizada de mi viaje a Creta. No poseo el tiempo, ni seguramente la capacidad. Tampoco es la intención de este blog ser una guía de viajes. Sólo deseo compartir algo de lo que vi en la isla griega a través del personal punto de vista del visor de mi cámara.


La primera civilización que pobló Creta fue la Minoica, que probablemente se convirtió a la vez en la cultura pionera del Mediterráneo. Los minoicos habitaron la isla entre los años 2.000 y 1.450 a.C. y su población más importante fue Knossos, donde se construyó su célebre palacio, muy cerca de Iraklio, la capital cretense. Sus restos fueron descubiertos por Sir Arthur Evans en el año 1.900 de nuestra era, quien llevó a cabo algunas polémicas restauraciones -por supuestas improvisaciones respecto a la obra original- en el recinto arqueológico, como la del Salón del Trono, que aparece en la fotografía.


























O como esta otra recreación, la del fresco de los Delfines, situada en el Megarón (aposentos) de la Reina. 


El centro de la isla está ocupado por la cadena montañosa de mayor altitud de la misma, el macizo del Psiloritis o Monte Ida, gran mole caliza que se eleva 2.454 metros sobre el nivel del mar. Entre estas montañas y la costa meridional de la que bebe el mar de Libia hay otra cadena montañosa, la Asterousia, en este caso de naturaleza metamórfica (esquistos) que delimitan una amplia y fértil llanura, la meseta de Messara. La siguiente foto está hecha desde la Asterousia hacia el Psiloritis, que se muestra cubierto por un manto de nubes, quedando en primer plano la meseta de Messara, cultivada intensivamente con olivos, y en menor medida con vides, cereales, frutales y huertas.

La siguiente foto es un espejo de la anterior. Está hecha desde las estribaciones meridionales del Psiloritis hacia el Sur, donde se eleva la Asterousia, que en la vertiente contraria cae violentamente hasta encontrarse con el Mediterráneo.


























En éstas fértiles llanuras, regadas por el río Geropotamos, hubo (y hay) multitud de asentamientos humanos. El más importante, del periodo minoico, fue Festos, donde se encuentra el que se considera el teatro más antiguo del mundo que se haya documentado, de casi 4.000 años de antigüedad , ubicado en el patio Oeste del palacio.


Cerca de Festos se encuentra Gortis, sucesora de la ciudad griega de Gortina, que alcanzó su esplendor cultural en el periodo clásico heleno. Entre su legado, destaca el sistema legislativo más antiguo que se conserva de la Grecia Clásica, del siglo VII a.C., el Código de Gortina, y que se expone en el Odeón (auditorio) romano posterior, del siglo I a.C. En la siguiente foto se observan algunos de los 17.000 caracteres en jónico antiguo que componen el texto.


























En la vertiente sur de la Asterousia, los acantilados se despeñan sobre el mar escondiendo recónditas playas, como la de Lendas, en la que hasta esta edificación abandonada recientemente parece tener una larga historia.


La mayor parte de las zonas medias y bajas de Creta están profundamente transformadas por el hombre, por el desarrollo de cultivos, sobre todo olivares de añosos ejemplares, de los que se producen anualmente cantidades ingentes de aceitunas y de aceite de oliva. En los márgenes del olivar, crecen las especies arbustivas que existirían de forma natural en los terrenos explotados con fines agrícolas. Este matorral conformaría una espesa garriga con algarrobos (Ceratonia siliqua), lentiscos (Pistacia lentiscus), coscojas (Quercus coccifera) y espinos (Rhamnus, Lycium, Rosa). En la siguiente foto se ve como en las lindes de los cultivos, los olivos (izquierda) y los algarrobos (derecha) se disputan el derecho a reinar en el monte mediterráneo.


Donde no se puede explotar el suelo por su pobreza o su relieve, aparece la vegetación natural, siendo los coscojares y los pinares de Pinus brutia las formaciones más características de los pisos inferiores, junto con el omnipresente matorral. En las vaguadas o zonas de ambientes más frescos, crecen los platanos (Platanus orientalis), hermanos salvajes de nuestros hogareños platanos de sombra, como este ejemplar en la garganta de Rouvas.





El coscojar es muy abierto y deja espacio entre los árboles para el desarrollo de muchas especies de caméfitos, sobre todo labiadas y leguminosas, así como plantas de otras familias, siempre predominando el porte almohadillado y, a menudo, las especies con espinas, como este agracejo (Berberis cretica).



























En la costa norte de la zona central de la isla hay playas arenosas como esta paradisíaca cala ubicada en la isla de Spinalonga, que todavía conserva el nombre veneciano original, testimonio de la ocupación de la república de Venecia, la Serenissima, durante 450 años. Entre la playa y la isla de los Pájaros, que se ve al fondo, hay praderas submarinas de seba (Cymodocea nodosa), fanerógama marina, prima pequeña de la posidonia. Sorprendentemente por lo inaccesible de la zona, la pradera se encontraba bastante dañada, probablemente debido al fondeo de pequeñas embarcaciones particulares, pesqueras o recreativas.



En la zona oriental de la isla hay un macizo montañoso de altitud inferior al Psiloritis, los montes Dikti (Dikti Ori), de 2.148 m de altitud. Entre éstos y una elevación menor, la Selena Ori, surge un bloque deprimido, pero muy elevado respecto al nivel del mar, a 850 m de altitud, llamado meseta de Lassithi. Su suelo se explota desde tiempos inmemoriales gracias a al extracción de agua del acuífero por parte de estos molinos de viento tradicionales que asociados a un sistema de poleas, pueden bombear el agua subterránea a la superficie. Los pobladores de la meseta de Lassithi han cultivado como hacían sus ancestros, frutales, vides, maíz y productos hortícolas. Actualmente, estos molinos son puras curiosidades, piezas de museo mantenidas con vida con fines turísticos y el agua se extrae del acuífero mediante motobombas hidráulicas.


























Y claro, en un entorno marcadamente árido, el riego continuado garantiza la disponibilidad de agua para los sistemas naturales cambiando la cara de los hábitats, e indirectamente, de las especies que cobijan dichos hábitats, que tienen garantizados los recursos hídricos que precisan. Así, Creta parece vivir en la meseta de Lassithi una eterna primavera, destacando la floración -en pleno agosto- de muchas especies arvenses y pratenses, como este Echinops spinossisimus.


Y en cuanto a la fauna, la presencia del agua en el campo y las altas temperaturas atraen a numerosos insectos como a este cerambícido, que porta trabajosamente sus largas antenas.






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