lunes, 28 de enero de 2013

El bosque de la Herrería: mi hábitat natural

Hedwigia stellata sobre un gran bloque de granito asomandose por una ventana de nieve en la ladera norte de la Machota Alta. Los granitos de las Machotas y del bosque de la Herrería albergan una sorprendente diversidad de briófitos que, en pleno invierno, cuando las condiciones ambientales son insoportables para muchos organismos, más si cabe para las plantas, son una llamativa explosión de biodiversidad botánica, un diminuto oasis en el desierto invernal. 


La fuente de la Reina descansa sobre su lecho nevado en una fotografía anacrónica que transmite el mismo sosiego que reinaba en la Herrería aquel día en el que las previsiones meteorológicas vaciaron de gente a la montaña.


El trepador azul (Sittta europaea) es una de las aves más emblemáticas del bosque de la Herrería, por su abundancia y, a veces, exceso de confianza con el hombre. En invierno, los trepadores levantan la corteza de los árboles para buscar insectos xilófagos que pasan el invierno en estado larvario en galerías taladradas en la madera, uno de los escasos recursos tróficos invernales para muchos otros paseriformes forestales como los picos picapinos (Dendrocopos major) los agateadores comunes (Certhia brachydactyla) o los páridos.

lunes, 14 de enero de 2013

Cerro Marmota: Vida más allá del invierno


5 de enero. De madrugada, el campo parece sumido en un profundo sueño invernal. Sin embargo, aun en pleno invierno el latido de la naturaleza suena con fuerza y la vida está ahí, como siempre, luchando por la supervivencia. Para verla, sólo hay que -abrigarse bien y- salir a buscarla.
Y eso es lo que salí a hacer aquella gélida mañana de invierno en la que el Sol acabaría imponiéndose al frío, dando una engañosa sensación de calidez.


Estas setas completamente escarchadas reciben los primeros rayos de luz del amanecer en la vía pecuaria que va desde Colmenar Viejo a Cerro Marmota, atalaya situada en el mismo limite del monte de El Pardo.  

Las cogujadas comunes (Galerida cristata) son aves de la familia de los aláudidos que se caracterizan por su singular cresta. De las dos especies de cogujadas que habitan en la península ibérica, la común es la que muestra una mayor preferencia por los terrenos abiertos y, por el contrario, la cogujada montesina (Galerida theklae) prefiere las zonas con matorral de mayor o menor altura.

 En pocas ocasiones suelo encontrarme mariposas volando en el mes de enero. La colias común (Colias crocea) es una especie de vistosos colores con varios morfotipos que difieren en la coloración, que oscila entre el amarillo anaranjado y el amarillo pálido, tan pálido que hay ejemplares casi blancos. El macho de la fotografía, que pertenece al morfotipo normal, estuvo distrayéndome mientras buscaba la pareja de águilas imperiales (Aquila adalberti) que suelen sobrevolar Cerro Marmota.  

La especie más característica que acompaña a la encina en los encinares madrileños es el enebro de la miera (Juniperus oxycedrus). En determinadas condiciones edáficas, el enebro forma masas monoespecíficas desplazando a la encina. Esto se produce, fundamentalmente, donde existen afloramientos graníticos,  denominados berrocales, en los que el suelo tiene un escaso desarrollo o en suelos esqueléticos o pedregosos debido a la erosión o a que aflora la roca madre en el sustrato. En estos suelos tan pobres en nutrientes, el enebro de la miera se vuelve más competitivo y domina el paisaje dando lugar a los hermosos enebrales, como este en una ladera del río Manzanares. Los frutos de los enebros se convierten en una importante fuente de alimento para las aves en invierno, cuando no hay mucho más que comer. Para algunas, como en el caso de los zorzales charlos (Turdus viscivorus) pueden constituir una parte importante de la dieta. En estos enebrales pude ver bandos de decenas de zorzales charlos que se movían inquietos entre los enebros emitiendo sus peculiares carraspeos (charrrrrrrr) que dan el nombre vulgar a estas aves.  

Aquí vemos el primer plano de un enebro de la miera. en segundo plano los enebrales de la cuenca del Manzanares y al fondo la sierra de Guadarrama concretamente la Cuerda Larga, sorprendentemente con poca nieve pese a estar en pleno enero. A la izquierda se ve la Maliciosa, entre cuyas cumbres y las del Alto de Valdemartín (la celebérrima Bola del Mundo) nace el río Manzanares.

A media mañana, me topé con una umbría donde permanecía la escarcha y en la que el suelo estaba salpicado de estas pequeñas estrellas de tierra (Astraeus hygrometricus), un pequeño hongo que toma su nombre científico (el epíteto específico) de su respuesta a la humedad ambiental (hygrometricus= medidor de la humedad). Las especies del género Astraeus se recubren exteriormente de una capa llamada exoperidio que,  cuando hay suficiente humedad, se abre y se fragmenta en diversos brazos que configuran una figura estrellada. Cuando el clima es seco, el exoperidio vuelve a cerrarse protegiendo la parte carnosa y globosa del hongo, llamada endoperidio y que es donde se encuentran las esporas.

La comunidad de Madrid cuenta con una excepcional población de buitre negro (Aegypius monachus), distribuida principalmente por el suroeste de la provincia, en los encinares y pinares de los ríos Alberche y Cofio y en el valle del Lozoya, aunque en El Pardo hay también un pequeño núcleo poblacional. Este ejemplar es un individuo adulto, lo que queda patente por el desigual y deteriorado borde posterior de sus alas, de marcada uniformidad en los juveniles y por la palidez de la gola, que destaca incluso a pesar de la distancia y que es completamente oscura en los jóvenes buitres negros. 

Mientras veía pasar varios buitres negros y muchos buitres leonados (Gyps fulvus) este petirrojo me tentaba para retratarle en la encina que se encontraba justo enfrente del lugar donde yo comía algo. Probablemente el ave se sintió atraída por el ruido de bolsas y papeles insustituibles en una comida campestre.

Las tarabillas comunes (Saxicola torquata) son aves territoriales cuyos vistosos colores en el caso del macho,  sirven para señalarle a otras aves su presencia. Por este motivo y por ser una de los características especies que cazan desde una percha (cazadero), estas aves suelen verse dominando el paisaje desde un alto, natural o artificial desde donde encuentran sus potenciales presas, sobre todo insectos.