lunes, 28 de enero de 2013

El bosque de la Herrería: mi hábitat natural

Hedwigia stellata sobre un gran bloque de granito asomandose por una ventana de nieve en la ladera norte de la Machota Alta. Los granitos de las Machotas y del bosque de la Herrería albergan una sorprendente diversidad de briófitos que, en pleno invierno, cuando las condiciones ambientales son insoportables para muchos organismos, más si cabe para las plantas, son una llamativa explosión de biodiversidad botánica, un diminuto oasis en el desierto invernal. 


La fuente de la Reina descansa sobre su lecho nevado en una fotografía anacrónica que transmite el mismo sosiego que reinaba en la Herrería aquel día en el que las previsiones meteorológicas vaciaron de gente a la montaña.


El trepador azul (Sittta europaea) es una de las aves más emblemáticas del bosque de la Herrería, por su abundancia y, a veces, exceso de confianza con el hombre. En invierno, los trepadores levantan la corteza de los árboles para buscar insectos xilófagos que pasan el invierno en estado larvario en galerías taladradas en la madera, uno de los escasos recursos tróficos invernales para muchos otros paseriformes forestales como los picos picapinos (Dendrocopos major) los agateadores comunes (Certhia brachydactyla) o los páridos.

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