domingo, 15 de enero de 2012

Un contraste invernal del río Lozoya


El río Lozoya a su paso por Buitrago del Lozoya refleja en sus aguas tranquilas, amaestradas por el embalse de Puentes Viejas, el monte y los cortados que asoman a la inexpugnable ciudad medieval. Este tramo del río, ahogado entre dos presas, la mencionada de Puentes Viejas y la de Riosequillo, aguas arriba, denota su falta de salud en la exigua vegetación de ribera, maltratada por los cambios artificiales de caudales propios de la existencia de infraestructuras hidráulicas. 


A su paso por el monasterio cartujo de Santa María de El Paular, el río Lozoya ya ha sufrido algunas agresiones, como las piscinas naturales de Las Presillas, pero en su curso alto, todavía se mantienen algunos tramos con un buen estado de conservación de sus riberas. A menudo, los ecosistemas fluviales bajos y medios de los ríos se encuentran desaparecidos por ser los espacios más intensamente ocupados y modificados por el hombre y es en los tramos altos donde queda un recuerdo de la riqueza natural y del incalculable valor de los servicios ecosistémicos que son consecuencia de los procesos ecológicos que tienen lugar cuando un río no ha perdido aun su funcionalidad.