martes, 12 de noviembre de 2013

Alien



Mano del diablo (Clathrus archeri) junto al río de la Marea en el valle de Espinareu (Asturias).




Realmente hay algunas especies animales, vegetales o, como en este caso, del reino de los hongos que parecen venidas de otro planeta. Es inevitable pensar que algunos de estos bizarros especímenes del Edén han podido inspirar a muchos escritores o cineastas de ciencia ficción para dar vida a sus criaturas. Quién sabe si Ridley Scott se topó con uno de estos alienígenas antes de dar forma a su octavo pasajero en 1979.


La mano del diablo o estrella roja (Clathrus archeri) es un hongo de vistosa coloración e inquietante forma que crece en distintas localidades dispersas del norte peninsular, siempre en enclaves húmedos y con abundante materia orgánica en el suelo.

Se desarrolla a partir de un huevo esférico del que emergen de 4 a 7 brazos de color rojo intenso. Lo que vemos externamente en los brazos es el peridio, cubierta que protege la parte fértil del hongo, la gleba, que ocupa el interior de los brazos y en la que se encuentran las esporas. Esta disposición de las esporas, siempre aisladas del exterior hasta que son fértiles es propia de los hongos conocidos como gasteromicetes cuyo desarrollo se denomina angiocárpico. En otros hongos, los afiloforales y afines, donde se incluyen las clavarias, las trompetas de los muertos o las yescas, el desarrollo es gimnocárpico lo que equivale a decir que las esporas están desde el comienzo de su desarrollo expuestas al exterior. Por último, en los hongos de desarrollo hemiangiocárpico, las esporas  permanecen protegidas por un velo en sus primeras fases de desarrollo para luego terminar su proceso de maduración en contacto con el aire. Este es el caso de la mayor parte de los hongos más conocidos popularmente, las setas.

La mano del diablo tiene un olor penetrante a carne en descomposición que atrae a multitud de insectos, principalmente moscas, que ayudan a la dispersión de las esporas.

Si el aspecto de este hongo es peculiar no lo es menos su historia. Se trata de una especie exótica en la península Ibérica, originaria de Oceanía, cuya primera cita en Europa data de 1914 y tuvo lugar en los Vosgos, en Francia. Se piensa que sus esporas viajaron en los caballos o en las botas de los soldados australianos que participaron en la I Gran Guerra aunque algunas teorías apuntan a la lana de las ovejas exportadas desde las antípodas al Viejo Mundo que era tratada en los hilados cercanos a Burdeos. Actualmente es una especie relativamente común en Alemania, Francia, España, Centroeuropa y Estados Unidos. Fue citada en la península Ibérica por primera vez en 1968 en Guipúzcoa.