jueves, 25 de julio de 2013

La muerte silenciosa del robledal

Cópula de Cerambyx wellensii en un melojo (Quercus pyrenaica) en el bosque de La Herrería en El Escorial. El macho tiene las antenas notablemente más largas que la hembra, sobrepasando ampliamente la longitud del cuerpo.






























Los cerambícidos o escarabajos longicornes son coleópteros de largas antenas cuyas larvas son xilófagas,  es decir, se alimentan de madera. Los del género Cerambyx, especializados en quercíneas, alcanzan gran tamaño y, debido a que las larvas son también notablemente grandes, las galerías que excavan en los árboles pueden dañarlos considerablemente. En general se alimentan de las partes más duras de la madera sin ocasionar daños a los vasos conductores del árbol pero las larvas que entran al corazón del árbol desde puestas muy superficiales o las que salen a la periferia para pupar antes del vuelo del adulto pueden perforarlos llegando a matar al árbol en los casos más graves. Además, la perforación de la corteza debilita al árbol y lo hace más susceptible a la entrada de agentes patógenos u otros insectos perforadores así como aumenta considerablemente el riesgo de caída o rotura por agentes meteorológicos adversos.

Cerambyx wellensii es una especie muy similar al más conocido Cerambyx cerdo, típica plaga de encinas, alcornoques y melojos. Las larvas viven hasta tres años alimentándose del duramen del árbol -necesitan mucho tiempo para crecer pues la madera es un alimento muy poco nutritivo- y los adultos tan sólo viven un mes y medio, desde finales de junio hasta mediados de agosto. Apenas se alimentan, de hecho sus fuertes mandíbulas tienen por objetivo a sus propios congéneres. En ese efímero mes y medio de vida, la única meta del adulto es la reproduccion. Vuelan al anochecer siempre que la temperatura sea cálida y constante y no son fáciles de detectar por su carácter arborícola y su discreción. Esto explica que los descomunales boquetes que horada la larva en los troncos de los árboles a los que deja como un auténtico queso Gruyère sea la única señal de que un bosque esté siendo terriblemente dañado por alguna especie de Cerambyx

Agradecimientos: A Alberto Hurtado que me acogió amablemente en su caza de gamusinos y, como siempre, me contó muchas cosas interesantes sobre entomología y sanidad forestal.   


jueves, 4 de julio de 2013

Vallée de Gaube


Por falta de tiempo, es imposible hacer una entrada tan elaborada como me gustaría. Pero no me gustaría que la falta de tiempo me impidiera compartir el esplendor de los Pirineos. Aquí dejo unos breves instantes de un intenso viaje al corazón del Parc National des Pyrenées: el circo del Vignemale. 


Sobre las laderas de la aiguille de Peyre Lance crece un denso hayedo-abetal, uno de los bosques más característicos del Pirineo. Luminoso visto desde fuera pero de sombrío interior, estos bosques albergan una  rica biodiversidad entre las que destacan algunas especies en peligro de extinción como el urogallo (Tetrao urogallus)



Primula hirsuta: comportamiento fisurícola junto al lago de Gaube.


























El deshielo masivo de las cantidades ingentes de nieve caída este largo y muy pluvioso invierno provoca las impetuosas cabalgatas de los torrentes alpinos. 



























El majestuoso circo del Vignemale.




El valle de Gaube en todo su esplendor paisajístico presidido por el lago de Gaube.



























Los temibles seracs del glaciar del Petit Vignemale.




Uno de los corredores míticos de Pirineos: el couloir de Gaube por el que se llega (el que pueda) a la estrecha horcada que separa el Pique Long del Vignemale y el piton Carré.  

























Soldanella alpina, una bella primulácea de los pastizales alpinos y subalpinos de Alpes y Pirineos.



























El circo del Vignemale es la fantástica recompesa de los que se aventuran a ascender por el valle de Gaube.




























Las marmotas (Marmotta marmotta) no parecen acusar el duro y largo invierno que retrasa la primavera pirenaica y al contrario que la archifamosa Phil, no dudan en salir de la madriguera y buscar alimento correteando sobre la nieve.





























La perfoliación circinada es el singular proceso de crecimiento de las frondes de los helechos.


























Las elegantes hojas de los rododendros (Rhododendron ferrugineum) que tiñen de rojo las laderas del valle de Gaube.


Las poderosas aguas del río Gaube rugían como un trueno hacia pont d´Espagne en una terrible demostración del carácter indomable de la naturaleza.