jueves, 29 de septiembre de 2016

Madeira: el interior


Madeira, un pedazo de tierra caído del paraíso justo en medio del Océano Atlántico, un Edén cautivo, prisionero de la inmensidad del mar, sin lugar al que huir...
  


Gran variedad de guindillas en el Mercado dos Lavradores, en la capital de Madeira: Funchal



La Isla de las Flores, la llaman. El ave del paraíso es la flor emblema de Madeira. Mercado dos Lavradores (Funchal).



Hierbas aromáticas a la venta en el Mercado dos Lavradores.



Barranco con helechos cerca de Queimadas. El poder erosivo del agua tiene una gran relevancia en toda la isla por su fisionomía abrupta.



La laurisilva madeirense, bella y misteriosa. Queimadas.



Árbol de Santa María o como dicen allí, Folhado (Clethra arborea), un árbol endémico de la isla parte importante de la laurisilva. Queimadas.



Paredes rezumantes invadidas por innumerables especies de hepáticas, musgos y helechos... Queimadas



Aichryson divaricatum, planta de distribución macaronésica que coloniza cualquier hábitat rupícola de Madeira entre 100 y 1000 metros de altitud. Queimadas.  



Hojas de laurel (Laurus azorica) acumuladas en la levada (acequia) del Caldeirao Verde.



Levada del Caldeirao Verde. Las levadas son ancestrales canales que transportan el agua de las cumbres de Madeira a los valles donde se asientan las poblaciones, combatiéndose así la sequía de las zonas bajas de la isla. Muchas se han convertido en la actualidad en importantes rutas de senderismo.



Woodwardia radicans, uno de los helechos más abundantes de la laurisilva de Madeira y también de los que aporta mayor biomasa debido a sus grandes frondes. Queimadas



Impresionantes cortados y bosques laurodes desde la parte alta de la Levada de Caldeirao Verde.



Y por fin la espectacular cascada que cae desde casi 100 metros de altura: el Caldeirao Verde.



Algunas levadas de Madeira, como la del Caldeirao Verde son tan antiguas como los primeros conquistadores de las islas y siguen en uso, manteniéndose los túneles excavados decenas de años atrás, seguro que con muchos padecimientos.



Los pinzones vulgares del Madeira forman parte de una subespecie endémica (Fringilla coelebs ssp. maderensis). En la fotografía, una hembra. Queimadas.



Y aquí, un macho con su vistoso plumaje que difiere notablemente del de los pinzones ibéricos. Queimadas.



Woodwardia radicans, velado por la niebla. Es el helecho de mayor porte de la laurisilva de Madeira pudiendo alcanzar sus frondes los 2,5 metros. Queimadas.



Inflorescencias tardías de tajinaste (Echium candicans), especie endémica de Madeira cerca del pico de Arieiro, el segundo más alto de la isla.



Restos papiráceos de la flor de Armeria maderensis, especie exclusiva de las altas cumbres de Madeira en el entorno del pico de Arieiro.



Capítulos de Carlina salicifolia, especie endémica de las islas macaronésicas.



Perdiz roja (Alectoris rufa), dándose un baño de arena en las proximidades del pico do Gato. Esta especie fue introducida en Madeira desde antaño para diversificar las fuentes de alimento de la población.



Cola de conejo (Lagurus ovatus) en el borde de un camino cerca del pico de Arieiro. 



Una perdiz roja vigila en la cúspide de un cortado al atardecer. Pico de Arieiro.



El pintoresco pueblo de Curral das Freiras, ubicado a 660 metros de altitud... pintoresco sobre todo por el magnífico entorno de montaña que lo custodia con varias cumbres que superan los 1000 metros.

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